Mis 9 ejercicios de estilo

Texto base:


Una oscura silueta atravesó el parque. Llevaba consigo un libro de aspecto viejo. Lo depositó en un banco. La fuerza del viento hizo que se abriera y pasaran las páginas. En el momento en el que se cerró, una de ellas quedó doblada.
Por la mañana, una joven recogió el libro. Se llamaba Carolina e iba de camino hacia el colegio. Cuando el profesor impartía clase, el libro cayó al suelo y llamó la atención de él. Lo abrió y, para su sorpresa, las hojas estaban en blanco. Resultó que la última se encontraba doblada, con palabras sueltas sin sentido aparente.
Los alumnos se preguntaban por qué estaba vacío y cuál era el sentido de su existencia. Carolina propuso que, al no haber escritura alguna, se inventaran una historia a través de las frases de cada uno de ellos.
Al acabar las clases, y esta vez con el libro a medio escribir, Carolina vio un árbol que le resultó llamativo. Decidió situarlo a su lado.
Poco a poco, muchas manos humildes continuarían las frases que habían encontrado en el libro, convirtiéndose en una historia, la historia del pequeño libro perdido.


Mis 9 ejercicios de estilo

EJERCICIO Nº 1

Querido diario:


Hoy me ha ocurrido algo muy curioso. Esta mañana, cuando iba de camino al colegio me he topado con algo que haría mi día mucho más interesante que de costumbre. Resulta que alguien se había dejado olvidado un libro encima de un banco (que se trataba de un olvido fue lo primero que pensé…). Como no tenía tiempo, no pude echar un vistazo al interior del libro para ver de quién podía ser, así que lo cogí y decidí que al terminar las clases buscaría a su dueño para devolvérselo.

Resulta que al empezar la primera clase, mientras ordenaba todas mis cosas encima de la mesa un libro cayó al suelo y se abrió; ¡era el libro que me había encontrado! El profesor no tardó en reparar en él y, disimulando su evidente curiosidad, fingió tomar el libro para confiscarlo hasta el final de la clase. Noté cómo al volverse hacia su mesa nuestro profesor le dio un pequeño vistazo al interior del libro, cuando de pronto se gira y dice: ¡pero eso qué es! ¡Si está en blanco! Así pues, al no ver nada interesante decidió devolverme el libro de inmediato.

Cuando terminaron las clases, unos amigos y yo revisamos bien el libro y nos dimos cuenta de que sólo en una página (que por cierto estaba doblada) había frases escritas sin sentido. Nos extrañamos mucho al principio, pero luego decidimos que sería divertido continuar ese curioso juego, así que comenzamos a escribir nuestras propias frases a lo largo del libro.

Al volver a casa, vi un árbol que me resultó bastante llamativo. De alguna manera me sentí atraída por él y por la idea de dejar el libro a sus pies para que alguien, en un futuro, continuase la historia de este pequeño libro perdido. Y así lo hice.

EJERCICIO Nº 2


En una clase del colegio, dos amigas se encuentran y comienzan a hablar:


Carolina: ¡Patri! Tengo que hablar contigo, ¡No sabes lo que me acaba de ocurrir!

Patricia: ¡Cuenta, cuenta!

Carolina: Resulta que esta mañana, mientras venía de camino al colegio me he encontrado un libro encima de un banco. Supuse que sería un libro olvidado.

Patricia: Bah, pues vaya sorpresa, ¿no?

Carolina: No, no. Déjame continuar. Cuando llegué a clase, comencé a colocar mis cosas y justo se me cayó al suelo ese libro, que había decidido cogerlo para luego buscar a su dueño. Pues bueno, el profesor lo vio y lo cogió de inmediato. Yo estaba un poco asustada porque no me había dado tiempo de ver lo que había dentro así que no sabía con lo que se iba a encontrar.

Patricia: Uf que miedo, ¿Y de qué era?

Carolina: Eso es lo mejor de todo, ¡el libro estaba en blanco! Lo único que tenía era una página doblada donde había cosas escritas, ¡pero cosas sin ningún sentido!

Patricia: ¡Qué interesante! ¿Y qué vas a hacer con él?

Carolina: Pues había pensado que podríamos continuar nosotros escribiendo cosas ¿sabes?, como una especie de juego donde cualquier persona puede escribir parte de este libro.

Patricia: Me parece genial. Vamos a avisar a los demás y escribimos algo cada uno. ¡Qué divertido!
Al final de las clases, Carolina se llevó el libro de vuelta a casa. Cuál es su sorpresa, que al pasar frente al banco donde encontró el libro, Carolina repara en un árbol que hasta el momento no le había llamado la atención. Se le ocurre que, al ya haber aportado ella y sus amigos algo a ese mágico libro, podría dejarlo a los pies de ese árbol a la espera de que otra persona lo encontrara y continuara su historia. 

EJERCICIO Nº 3

¡Anda! ¿Y este libro? Parece que alguien se lo ha dejado olvidado – Señala Pablo.

¡Qué va! Ya había oído yo hablar de esta historia – dice Silvia – No se lo han dejado olvidado, es para que la gente lo coja y escriba cosas en él.

¿Ah si?, ¿pero qué historia es esa? – Pregunta Pablo.

Pues te cuento – Comienza Silvia – Resulta que un día alguien dejó este libro olvidado (o eso parecía) encima de uno de los bancos de este parque. Según cuentan, hacía mucho viento esa tarde y ello hizo que el libro se abriera. Cuando se cerró, una de las páginas quedó doblada, pero no era una página cualquiera.

A la mañana siguiente, una niña que iba de camino al colegio se encontró con dicho libro, y ante tal curiosidad decidió cogerlo para echarle un vistazo después, pues en ese momento iba muy apurada y no tenía tiempo. Cuando llegó al colegio, tras un pequeño incidente en su clase, la niña (que se llamaba Carolina) vio que el libro estaba en blanco, ¡no había nada escrito! Salvo una página… ¿adivinas cuál?

Miró atentamente aquella página, mucho más arrugada que las demás, y se quedó fascinada al ver cuántas frases sin sentido había escritas en ella, frases que apenas tenían coherencia unas con otras. Por supuesto, Carolina corrió rápidamente junto a sus amigos para mostrarles tal curiosidad, y entre todos acordaron que sería divertido escribir cada uno diferentes frases para rellenar el libro. Y así lo hicieron.

Ya por la tarde, cuando Carolina volvía del colegio, pasó cerca del banco donde aquella mañana había encontrado ese maravilloso libro. Le llamó especialmente la atención un árbol que se encontraba en medio del parque. Por un momento le pareció un lugar muy especial, y se le vino a la cabeza la siguiente idea: “si dejo el libro en este árbol, alguien lo encontrará y así, poco a poco muchas manos humildes continuarán las frases escritas en él, convirtiéndose en una historia. La historia de este pequeño libro”.

Vaya, ¡qué historia tan bonita! – dice Pablo - ¿Lo cogemos? 



EJERCICIO Nº 4

Este libro es mi perdición, ¡Tengo que deshacerme de él! Pero, ¿Cómo? Por más que lo he intentado siempre vuelvo a buscarlo. ¡No! ¡No esta vez! Si hago que otra persona lo encuentre seré libre, ¡Eso es! Ahora sólo tengo que encontrar el lugar perfecto donde dejarlo.
Por aquí pasa mucha gente, si lo dejo encima del banco no tardarán en verlo y estoy segura de que se lo llevarán. Perfecto. Aquí lo dejo.

…Unas horas más tarde…

¿Se lo habrán llevado? Llevo todo el día con esta intriga, ¿y si sigue ahí? Creo que lo mejor será ir a averiguarlo.
¡Una niña! ¡Es perfecto! Pero… ¿qué está haciendo? No puede ser, ¿Lo está dejando en el suelo? ¡No! ¡No puede ser! ¿Cómo lo ha logrado? ¿Cómo se ha deshecho de él con tanta facilidad? Iré a ver, lo voy a coger pero sólo un momento, lo prometo. En seguida lo devolveré a su sitio…


EJERCICIO Nº 5

En una fría tarde de invierno, mientras el viento soplaba y los árboles se desnudaban, una oscura silueta atravesó el parque con aire desesperado. Bajo el brazo se dejaba ver la arrugada portada de un libro muy viejo, un libro que quedó abandonado sobre el frío metal de uno de tantos bancos que en ese parque se encontraban. Por más que el viento trató de llevarse el libro consigo, lo más que consiguió fue abrirlo de par en par y volver a cerrarlo de nuevo, quedando una de sus páginas irremediablemente doblada.


De un momento a otro, cuando todo apuntaba a que el libro allí perecería, una niña con aire descuidado y un tanto refinado se vio atraída por la presencia de este pequeño objeto, el cual tomó en sus brazos con sumo cuidado y guardó entre sus otras cosas.

Más tarde, entre niños jugando y adultos controlando, la niña muy intrigada sacó el libro del cual no había tardado en hablar ante sus compañeros, y mostró, así, el gran hallazgo de aquella mañana. Cuando iba a exponer, de manera tan orgullosa, el contenido de aquel humilde libro, todos quedaron asombrados y, por qué no, decepcionados, ya que vieron que no había palabra escrita entre aquellas páginas. Aunque el asombro continuó, la decepción en seguida desapareció, pues la niña desesperada por encontrar algo interesante halló un pequeño doblez en una de sus páginas. Gratificantemente, todos pudieron observar cuántas palabras estaban escritas en aquella hoja especial, cuántas pero, sin embargo, cuán poco sentido había realmente entre ellas. No obstante, lejos estaba aquello de desilusionar al grupo, sino que muy animados acordaron aportar a aquel libro sus propias palabras.

Aquel pequeño libro, cuando parecía quedar perdido en el olvido, se convirtió en una leyenda entre los que por aquella zona vivían, y se cuenta que, poco a poco, muchas manos humildes continúan escribiendo sus frases, creando así la historia del pequeño libro perdido. 


EJERCICIO Nº 6



Todo esto me recuerda a aquella historia sobre el pequeño libro perdido, ¿Sabes cuál? Aquel libro rescatado por una niña que, al ver sus páginas en blanco, decidió escribir en ellas y finalmente lo dejó otra vez para que otras personas continuaran la historia de ese viejo libro.

EJERCICIO Nº 7

La historia del pequeño libro, convirtiéndose en una historia, muchas manos humildes continuarían las frases que habían encontrado en el libro, poco a poco.


Decidió situarlo a su lado. Carolina vio un árbol que le resultó llamativo, y esta vez con el libro a medio escribir, al acabar las clases.

Se inventaran una historia a través de las frases de cada uno de ellos, al no haber escritura alguna, Carolina propuso que. Los alumnos se preguntaban por qué estaba vacío y cuál era el sentido de su existencia.

Con palabras sueltas sin sentido aparente, resultó que la última se encontraba doblada. Las hojas estaban en blanco, y para su sorpresa, lo abrió. El libro cayó al suelo y llamó la atención de él, cuando el profesor impartía la clase. Se llamaba Carolina e iba de camino al colegio. Una joven recogió el libro, por la mañana.

Una de ellas quedó doblada, en el momento en el que se cerró. La fuerza del viento hizo que se abriera y pasaran las páginas. Lo depositó en un banco. Llevaba consigo un libro de aspecto viejo. Una oscura silueta atravesó el parque.
EJERCICIO Nº 8

Que todos me presten atención:

He aquí un libro, un libro muy especial. ¿De dónde lo he sacado? Eso es lo de menos. Lo importante es lo que hay escrito en él, o más bien, quién ha escrito en él. ¿Cuántos libros conocéis con más de tres o cuatro autores? Pues he aquí uno que posee, por lo menos, una veintena. Si no hubiera sido por aquella niña que lo encontró, lo recogió y, al ver sus hojas en blanco – menos una – propuso que todo aquel que estuviera interesado participara en la historia de aquel libro… si no hubiera sido por aquella niña que, además de todo lo dicho decidió - ¡muy importante! – volver a dejar aquel libro en algún sitio para que alguien lo encontrara… si no hubiera sido por ella, no estaría yo aquí y nada de esto tendría sentido. 

EJERCICIO Nº 9

Una silueta oscura el parque atravesó. Consigo un libro de aspecto viejo llevaba. En un banco lo depositó. Que se abriera hizo la fuerza del viento y las páginas pasaran. Quedó doblada una de ellas en el momento en el que se cerró.

El libro una joven recogió por la mañana. Hacia el colegio iba de camino, Carolina se llamaba. Cuando la clase el profesor impartía, al suelo el libro cayó y la atención de él llamó. En blanco las hojas estaban, para su sorpresa, cuando lo abrió. Sin sentido aparente estaban las palabras sueltas que en la última doblada se encontraban.

El sentido de su existencia y por qué estaba vació se preguntaban los alumnos. Una historia a través de las frases de cada uno de ellos Carolina propuso que se inventaran, al no haber escritura alguna.

Con el libro a medio escribir, le resultó un árbol llamativo a Carolina al acabar las clases. A su lado decidió situarlo.

Continuarían las frases que habían encontrado en el libro muchas manos humildes, poco a poco, convirtiéndose la historia del pequeño libro perdido en una historia.